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Mostrando entradas de 2011

El árbol pintado (reedición)

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Este año, con mi nena empezando a vivir la navidad (las dos anteriores era demasiado pequeña) he recordado mis navidades de niña. Eran mágicas, especiales... Hace un par de años que escribí este cuento. Trata de unas navidades especiales... EL ÁRBOL PINTADO Lo cuento como lo recuerdo. Cuando era pequeña, los Reyes Magos venían puntualmente cada 6 de enero a mi casa, y me dejaban algunas cositas que mi madre se aseguraba de puntualizar: - Esto es de parte de tu abuela, aquello de tu otra abuela, lo de más allá te lo encargué yo… - En mi pequeño pueblo éramos muy pocos niños europeos, quizá diez o doce, así que los Reyes Magos tenían más bien poco trabajo. Un año llegó a vivir una niña, hija del médico. Tenía una extraña enfermedad en la sangre, no coagulaba bien y una pequeña herida la podía matar. Nunca salía de su casa ni para ir a la escuela. Como éramos sólo tres niñas de mi edad, nos llevaban a su casa a hacerle compañía, y jugábamos sentaditas en una mesa sin

Un bonito Regalo de Navidad.

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Esta Neo, nos ha sorprendido con un precioso regalo, precioso y muy trabajado. Una hermosa tarjeta de Navidad con todos sus amigos  Me encanta ver todas esas caras, acostumbrada a leer sus letras durante tantos años. Precioso, realmente precioso. ¿Ya dije que es precioso?????? Aquí el Blog de Neo...

Juegos malabares

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Ahora imagínate que te levantas por la mañana para ir a trabajar. Te vistes, te peinas, te arreglas un poco, te pones la cara de mujer seria, competente y decidida y te pones al volante. Llegas al trabajo, enciendes el ordenador, consultas tu agenda y te preparas para recibir la primera cita de la semana. A la hora convenida llega el señor X con su carpeta de documentos, toma asiento y empieza a solicitar tus extensos conocimientos sobre el tema. Tú le revisas su contabilidad, le asesoras sobre los presupuestos que ha pedido, le explicas las ventajas e inconvenientes de la opción que ha elegido y… Y entonces suena el teléfono. Ves el número de casa, te disculpas con este señor por interrumpir la conversación y lo coges. Es el canguro, que te pregunta dónde has dejado los pañales de la niña. Se lo dices, le pides que le dé la medicación que está sobre la mesa de la cocina y que coja el biberón que le has dejado dentro del microondas. Y con una sonrisita de disculpa

Mi señorita

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Estaba yo hoy revisando mis escritos inconclusos, que alguno tengo. Y me encontré con este. No es que esté sin terminar, de hecho hace ya mucho tiempo que lo escribí (nueve años, hay que ver como pasa el tiempo...), pero siempre me pareció que no era para publicarlo... Fue de esas cosas que escribes de un tirón, casi como un impulso de soltar algo que se te ha quedado dentro y te duele. Y luego cuando lo lees, te duele aún más y lo guardas a buen recaudo sin revisar ni corregir ni nada. Está tal cual lo escribí, y como quizá ya se han dado cuenta... no me gusta modificar las cosas que hago, así que tal cual lo copio. Hoy quiero contar algo que me pasó ayer. Salí por la mañana a la farmacia, a comprar algunas cosa que necesitaba. Estaba yo en el mostrador, charlando con los mancebos. Son conocidos de toda la vida, de estas personas que han conocido a tus padres, y a tus abuelos, y que te tratan siempre con cariño, por lo que siempre me quedo un poquitín comentando esas to

Lo prometido es deuda

Esto lo escribí hace exactamente un año: "Algún día de estos les contaré que mi nena, que por cierto mañana cumple un añito, está en este mundo porque mi mamá tenía Alzheimer…" Y me parece que hoy es un día tan bueno como cualquier otro para cumplir mi promesa. Ya saben, el comentario iba a cuento de que en este mundo las cosas que nos pasan suelen tener mucho que ver unas con otras, y la mayoría de las veces sucesos muy diferentes acaban estando relacionados entre sí. Nuria cumplió ayer dos añitos. Esta entrada se tenía que haber publicado ayer, pero estuvimos bastante ocupados en casa y no pude ni acercarme al ordenador... Y ahora viene la relación entre mi madre y mi hija. Aquí su segura servidora, hace unos 20 años tenía su vida bastante encarrilada. Había acabado mi carrera, estaba montando un negocio, me había comprado un pisito y tenía  eso que se dice ahora "pareja formal" y que antes era un novio para casarse... Pero, claro, el hombre propone,

¡El jamón no se toca!

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Esto del proceso del lenguaje es algo realmente asombroso. Un día tienes a un bebé que señala las cosas con el dedito y se enfada cuando no le das lo que te está pidiendo... Y al día siguiente te encuentras en casa con toda una oradora. Y sin que , aparentemente, haya habido ningún paso intermedio. Aquí mi princesita, es una verdadera cotorra. Se pasa el día dando discursos tremendamente largos y complicados, aunque con la pequeña dificultad de que sólo se entiende ella misma. Aunque no parece preocuparle mucho. Ella sigue y sigue con su perorata sin inmutarse por nada. Luego llega la hora de comer y no hay manera de sacarla del "si", "no", "agua", "pan"... No, y no es que tenga un vocabulario pobre. En realidad cuando quiere es perfectamente capaz de hacerse entender: caca, pipí, coche o bonanit (buenas noches) también forman parte de su vocabulario más normal. Claro que con 24 meses, tampoco es que haya que pedirle a la nena que recite a

Los milagros existen

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Pues sí, ya sé que parece una tontería decirlo en estos tiempos que corren pero tengo la prueba gráfica de que los milagros existen. La historia es un poco rocambolesca, así que se sientan, se ponen un café (o un té, o una cerveza, que no me voy a enfadar por eso) y se disponen a leerla tranquilamente ¿vale? El caso es que desde hace ya unos meses estamos sin gatos.  Brandy desapareció en septiembre del año pasado y nunca más lo vimos.  Perlita nos dejó este verano, después de veinte años de hacernos compañía. Ahora tenemos a nuestros perros, Truc y Beltza. Pero... Pero es que somos gatunos, qué se le va a hacer. Somos de ese tipo de familia que cuando no tiene gato parece que falta un miembro de la familia. Y eso sin contar con una horrorosa plaga de ratones que se nos ha instalado en el jardín y que ha acabado con todos mis pájaros. Así qué, después de algunas semanas de indecisión, esta semana tomamos la determinación de hacernos con un gatito (o gatita). Como somos solida

Gasolina en el culete.

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Dejar las cosas al alcance de un terremoto de diecinueve meses te puede dar algunos quebraderos de cabeza. El caso es que tengo un pequeño problema de ratones en el jardín. No me atrevo a poner veneno, con los dos perros y la niña por allí trasteando, y después de probar un par de cosas que no han funcionado muy bien, hoy me decidí a poner pegamento de ese que se quedan atrapados. El pegamento de marras es muy, muy asqueroso, y muy, muy difícil de quitar. Me manché las manos al colocarlo y me fui a la cocina a lavármelas con jabón y agua caliente. Las instrucciones aconsejan usar gasolina, pero como no tengo gasolina... Pues mientras me las lavaba, vi por la ventana como mi querida hija se había subido a una silla, había cogido el tubo de pegamento, le había quitado el tapón y se lo estaba poniendo en la cabeza a Truc. Truc es nuestro ratero, que menos mal que le tocó a el y no a Beltza... Ya se imaginan... sal corriendo, dale un grito a la nena, recupera el tubo de pegamento y i

De burros y otras zarandajas

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Pues estaba yo trabajando en mi "despacho", tan ricamente cuando así, sin esperarlo, se me cruzó un burro. Que claro, igual no lo saben, pero es que mi despacho a veces tiene ruedas y se mueve por esos mundos de Dios. No se yo si a la furgoneta le debe de gustar que la llamen "despacho", pero teniendo en cuenta las horas que paso allí, la de papeles que ruedan sobre el asiento trasero, y el completo guardarropa que hay en el maletero, con despacho se queda. Que ya me lié, yo iba a hablarles de burros. Esto es lo más normal del mundo. Una se hace sus planes, se organiza, empieza a trabajar y se alegra enormemente de que las cosas vayan como toca y todo salga a su ritmo. Y se te cruza un burro que te bloquea el paso. ¿Qué haces? Pues primero tocar el claxon, claro. Aunque me parece que a estos orejudos eso del claxon no les impresiona absolutamente nada. En este caso es que ni se inmutó. Luego, pues paras la furgoneta, abres la ventanilla y le das dos grito

La mirada de un gato.

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Curiosamente, este escrito nunca lo he puesto en el blog. Y digo curiosamente, porque resulta que estas son las primeras letras que salieron de mi teclado. Les cuento que estaba yo pasando por una época bastante dura y el psicólogo me recomendó, entre otras cosas, escribir un diario. Claro, yo nunca había escrito nada que no fuera por estudios o trabajo y cuando me dispuse a escribir un diario, no sabía ni por donde empezar. Y cuando empecé, para qué negarlo, el resultado no me gustó absolutamente nada. Los diarios no están hechos para mí. Ahora no recuerdo exactamente porqué empecé este relato, supongo que alguien me preguntó sobre ella, o vi alguna noticia en la tele... vayan a saber. También es verdad que no recuerdo gran cosa de aquellos días, se han borrado de mi memoria. Pero lo empecé y luego lo seguí, y al final lo acabé. Y cuando lo lei, me gustó. Y me gustó tanto que después escribí otro, y a ese le siguieron más. Luego me propuse aprender a expresarme mejor, busqué l

Veinte años no es nada

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Veinte años no es nada. O por lo menos eso dice el tango. Quizá. Es posible que veinte años no sean nada según y cómo se mire. Pero también, veinte años pueden serlo todo. Hace veinte años iniciaba yo una aventura profesional y personal. Con las energías de la juventud me lancé de cabeza al mundo empresarial, monté un negocio, compré un piso, proyecté una familia. Y un día como otro de tantos, apareció ella, solitaria, en mi sala de espera. Apareció en los comienzos, cuando todo era alegría y ganas de trabajar. Es curioso cómo pasan las cosas porque en aquel momento no me di cuenta. No sabía yo que iba a ser mi compañía a lo largo de la mitad de mi vida. Me acompañó en mi trabajo, en las largas tardes de esperar que entraran los clientes por la puerta, de leer revistas científicas “para no desaprovechar el tiempo” y en las mañanas de los sábados viendo como el parque se llenaba de familias mientras ella y yo tomábamos el sol que entraba por la ventana. Lu